martes, abril 29, 2008

El amor en nuestra historia personal

Cuando comenzamos a reatar los hilos de nuestra existencia, podemos efectuar el recuento vital que implica el observar la cotidianeidad de nuestros actos, la relevancia de los hitos de lo que hemos experimentado en el camino de la vida o el acontecer del grano a grano de la arena en nuestros relojes personales del tiempo vivido. Y en todo ese recuento, marcados a fuego estaran los momentos mas hermosos y de notoriedad decididamente inobjetable: aquellos donde el amor florecio a nuestro paso.

Quien no ha amado aunque sea alguna vez en la vida? Remanida pregunta pero que puede encerrar mucha cuestion, porque... en realidad podemos definir lo que es el amor? Para algunos entregar hasta la vida en cada accion, para otros confesar un secreto y para muchos simplemente un motivo para apegarse a personas o realidades que no condicen con la esencia magnifica de la palabra en cuestion. A proposito, "amor" es una de las palabras que valen mas que mil imagenes. Las otras son "hijo", "mamá", "libertad"... quiere decir algo esto?

El amor es junto con el desapego, muchas veces doloroso, tambien desapasionamiento. No podemos apasionarnos por un amor, porque confundiriamos compartir con necesidad, sentimiento con fanatismo y desvelo con insomnio, todas cosas muy diferentes y ligadas las primeras al amor y las segundas al egoismo. Es prescindir del Yo para conjugar en Nosotros, ni siquiera en Tu, olvidandose de Vosotros y de Ellos, porque las conjugaciones son en dualidad y siempre en tiempo presente, enterrando el preterito que pudo haber traido dolor y el futuro que casi siempre es imperfecto.

Es tambien sacrificio y dolor, pero a la par es gratitud, porque por el camino de las lagrimas se llegó a la plenitud de amar. Es dar un paso y agradecer por ello, es aceptar las flores de ese jardín anhelado conjuntamente con la maleza que pueda tener, ya que pese a no se armonico o perfecto, no lo buscamos perfecto sino jardin, con sus flores y sus verdes, aunque mas no sean malezas. Es aceptacion e incondicionalidad, es renunciamiento y valoracion, es potenciacion y humildad.

Cuenta Jorge Bucay una historia que se trata de dos hermosos jóvenes que se pusieron de novios cuando ella tenía trece y él dieciocho. Vivían en un pueblito de leñadores situado al lado de una montaña. Él era alto, esbelto y musculoso, dado que había aprendido a ser leñador desde la infancia. Ella era rubia, de pelo muy largo, tanto que le llegaba hasta la cintura; tenía los ojos celestes, hermosos y maravillosos. La historia cuenta que habían noviado con la complicidad de todo el pueblo. Hasta que un día, cuando ella tuvo dieciocho y él veintitrés, el pueblo entero se puso de acuerdo para ayudar a que ambos se casaran. Les regalaron una cabaña, con una parcela de árboles para que él pudiera trabajar como leñador. Después de casarse se fueron a vivir allí para la alegría de todos, de ellos, de su familia y del pueblo, que tanto había ayudado en esa relación. Y vivieron allí durante todos los días de un invierno, un verano, una primavera y un otoño, disfrutando mucho de estar juntos.

Cuando el día del primer aniversario se acercaba, ella sintió que debía hacer algo para demostrarle a él su profundo amor. Pensó hacerle un regalo que significara esto. Un hacha nueva relacionaría todo con el trabajo; un pulóver tejido tampoco la convencía, pues ya le había tejido pulóveres en otras oportunidades; una comida no era suficiente agasajo. Decidió entonces bajar al pueblo para ver qué podía encontrar allí y empezó a caminar por las calles. Sin embargo, por mucho que caminara no encontraba nada que fuera tan importante y que ella pudiera comprar con las monedas que, semanas antes, había ido guardando de los vueltos de las compras pensando que se acercaba la fecha del aniversario.

Al pasar por una joyería, la única del pueblo, vio una hermosa cadena de oro expuesta en la vidriera. Entonces recordó que había un solo objeto material que él adoraba verdaderamente, que él consideraba valioso. Se trataba de un reloj de oro que su abuelo le había regalado antes de morir. Desde chico, él guardaba ese reloj en un estuche de gamuza, que dejaba siempre al lado de su cama. Todas las noches abría la mesita de luz, sacaba del sobre de gamuza aquel reloj, lo lustraba, le daba un poquito de cuerda, se quedaba escuchándolo hasta que la cuerda se terminaba, lo volvía a lustrar, lo acariciaba un rato y lo guardaba nuevamente en el estuche.

Ella pensó: “Que maravilloso regalo sería esta cadena de oro para aquel reloj.” Entró a preguntar cuánto valía y, ante la respuesta, una angustia la tomó por sorpresa. Era mucho más dinero del que ella había imaginado, mucho más de lo que ella había podido juntar. Hubiera tenido que esperar tres aniversarios más para poder comprárselo. Pero ella no podía esperar tanto.

Salió del pueblo un poco triste, pensando qué hacer para conseguir el dinero necesario para esto. Entonces pensó en trabajar, pero no sabía cómo; y pensó y pensó, hasta que, al pasar por la única peluquería del pueblo, se encontró con un cartel que decía: “Se compra pelo natural”. Y como ella tenía ese pelo rubio, que no se había cortado desde que tenía diez años, no tardó en entrar a preguntar. El dinero que le ofrecían alcanzaba para comprar la cadena de oro y todavía sobraba para una caja donde guardar la cadena y el reloj. No dudó. Le dijo a la peluquera:

- Si dentro de tres días regreso para venderle mi pelo, ¿usted me lo compraría?

- Seguro - fue la respuesta.

- Entonces en tres días estaré aquí.

Regresó a la joyería, dejó reservada la cadena y volvió a su casa. No dijo nada.

El día del aniversario, ellos dos se abrazaron un poquito más fuerte que de costumbre. Luego, él se fue a trabajar y ella bajó al pueblo. Se hizo cortar el pelo bien corto y, luego de tomar el dinero, se dirigió a la joyería. Compró allí la cadena de oro y la caja de madera. Cuando llegó a su casa, cocinó y esperó que se hiciera la tarde, momento en que él solía regresar. A diferencia de otras veces, que iluminaba la casa cuando él llegaba, esta vez ella bajó las luces, puso sólo dos velas y se colocó un pañuelo en la cabeza. Porque él también amaba su pelo y ella no quería que él se diera cuenta de que se lo había cortado. Ya habría tiempo después para explicárselo.

Él llegó. Se abrazaron muy fuerte y se dijeron lo mucho que se querían. Entonces, ella sacó de debajo de la mesa la caja de madera que contenía la cadena de oro para el reloj. Y él fue hasta el ropero y extrajo de allí una caja muy grande que le había traído mientras ella no estaba.

La caja contenía dos enormes peinetones que él había comprado… vendiendo el reloj de oro del abuelo.

El dia que comprendamos que el amor es desapego doloroso de los arquetipos a los cuales nos aferramos aun en nombre de ese amor, entenderemos aquel aforismo de "si lo amas, dejalo ir"...


(...perdon si molesto...)

Dedicado con mucho amor a Susana,
mi compañerita y una mujer de oro
que aun ostenta la belleza
que me encandilaba en Preescolar