domingo, marzo 30, 2008

Agradecidos somos?

Anoche soñé que estaba en el Cielo y que un ángel me servía de guía para mostrarme los alrededores. Caminabamos lado a lado a través de un largo salón de trabajo lleno de ángeles. Mi ángel guía se detuvo enfrente de la primera sección y dijo:

- “Esta es la sección de “RECEPCIÓN”, aquí todas las peticiones hechas a Dios son recibidas”

Miré alrededor del área… estaban extremadamente ocupados, y eran tantos los ángeles sorteando las peticiones de todas partes del mundo, que quedé impresionado. Luego pasamos a través de un largo corredor hasta que llegamos a la segunda sección. El ángel me dijo entonces:

- “Esta es la sección de “EMPAQUE Y DESPACHO”. Aquí, la gracia y peticiones que fueron solicitadas por las personas son procesadas y entregadas a aquellos seres vivos que las pidieron”.

Noté cuán ocupados estaban allí también. Habían muchísimos ángeles trabajando muy duro. Eran muchas las bendiciones y gracias enviadas a la Tierra. Finalmente, en el punto más lejano del corredor nos detuvimos en una puerta de una sección muy pequeña. Para mi gran sorpresa, había sólo un ángel sentado allí, y con muy poco que hacer.

- “Este es el cuarto de “CONFIRMACIÓN DE RECIBO” - me informó el ángel… parecía un poco apenado.

- ¿Cómo es que hay tan poco trabajo aquí? - le pregunté.

Muy triste y suspirando el ángel me dijo:

- “Luego que las personas reciben las bendiciones que solicitaron, muy pocos envían la confirmación de recibo de vuelta”.

¿Y cómo se debe confirmar el recibo de una bendición? – le pregunté al ángel.

“Muy simple – me contestó – sólo tienes que decir “GRACIAS DIOS”.

Le pregunté al ángel

- ¿Y cuales deben ser confirmadas?

- “Si tienes comida en tu nevera, ropa con que vestir, un techo y un lugar para dormir… eres más rico que el 75% de este mundo; si tienes dinero en el banco, en tu cartera, y monedas sueltas en tu alcancía, estás en el 8% de la riqueza del mundo, y si tienes computadora con servicio Internet, eres parte del 1% en el mundo que tiene esa oportunidad, además… si te levantas esta mañana con más salud que enfermedad, tú estás más bendecido que muchos que no llegaron ni siquiera a sobrevivir este día. Si nunca has experimentado miedo en una batalla, soledad en un encerramiento, la agonía de la tortura, o el dolor de morir de hambre… estás sobre 700 millones de personas de este mundo. Si puedes asistir a la Iglesia, sin miedo a sufrir hostigamiento, arresto, tortura o la muerte… eres envidiado por eso y más bendecido que 3 billones de personas de este mundo. Si puedes mantener tu cabeza en alto con una sonrisa, no eres normal… eres único comparado a todos aquellos en duda y desesperación”

- ¿Y ahora qué? ¿Cómo puedo empezar?

- Cuenta tus bendiciones, y si quieres, recuérdale a las personas lo bendecidas que están.

Atentamente.
DEPARTAMENTO DE CONFIRMACIÓN DE RECIBO


Extraido de El Rincon de Susu



Hoy me encontre con la exigencia de una persona muy querida que me decia que mis acciones eran motivadas por la tension y la sobrecarga. Agradeci de sobremanera su palabra, porque se que me aprecia, se que me quiere, se que no buscara algo que me pueda perjudicar. Entonces, en esa gratitud, comprendi que el Ego del que deseo despojarme justamente para alimentarlo de bien y no para nutrirlo de autoestima vacua, se nutre en realidad de gratitud, de dacion por quien me aprecia de verdad, de quien busca mi bien antes que mi aprobacion.

La Gratitud es el vehiculo que mueve la Voluntad en la senda del dia a dia. Sin Gratitud no hay Combustible para el Alma. Dia a dia agradecer a Dios, al semejante, aun al desconocido que se nos cruza o a quien nos pide la hora, es la llave de una sonrisa y en cada sonrisa, una gran liberacion de endorfinas de placer, de torrentes de neurotransmisores de bienestar y de mas gratitud por el bienestar.

No solo hay que dar las Gracias, sino tambien sentirlas. Sentir las Gracias como tales, como una costumbre mas que un don, como una cosa comun mas que un extraordinario momento. La Gratitud debe sernos inherentes como la espiracion despues de inspirar, como el paso despues del paso anterior.

Gracias por darme tu tiempo...


(...perdon si molesto...)

El secreto de la vida

Una antigua leyenda hindú narra que en un viejo monasterio, en las lejanas montañas del Himalaya, se encontraba fuertemente custodiado el secreto de Dios:

"Cómo puede el ser humano lograr la felicidad". Dios, decepcionado por la soberbia del hombre, eligió ese lugar para esconderlo.

Según la leyenda, por la ayuda que prestó un intrépido explorador a un monje, al salvarlo de morir ahogado en un río, además de haberlo reconfortado y alimentado sin interés alguno, el monje le entregó, en agradecimiento, un mapa con extrañas inscripciones que había heredado, como único tesoro, de su maestro espiritual, y sin tener otra cosa más valiosa para gratificar su ayuda, se lo dio al explorador.

Durante varios años, el explorador intentó descifrarlo. Decepcionado, por lo inútil de sus esfuerzos, en un arranque de cólera lo lanzó al río, que casualmente era el mismo en el que había salvado al monje. En cuanto el pergamino tocó el agua, se tomó luminoso y se reveló el código para interpretarlo. De inmediato lo rescató y, para su sorpresa, la inscripción indicaba el lugar en el que se encontraba el secreto de Dios.

La travesía duró dos años, por lo intrincado e inaccesible de los caminos.

Muchas veces, el explorador erró el rumbo y tuvo que desandar largas rutas, pues sus únicas señales eran las estrellas, las cuales, en noches oscuras, lo hicieron extraviarse. Finalmente, divisó un monasterio sobre el saliente de una roca, al pie de una gran montaña. Se acercó cautelosamente y llegó ante una puerta enorme que, para su asombro, estaba abierta sin vigilancia alguna. Su sorpresa fue mayor cuando salió a su encuentro un viejo monje, que con una amplia sonrisa le preguntó amablemente qué deseaba.

El explorador contó su extraña aventura, suplicándole le permitiera conocer el secreto de Dios. El monje le contestó:

-El secreto de Dios está a su disposición, pero usted seguramente se preguntará cómo, si el mapa indica que está fuertemente custodiado. Le diré que el secreto se cuida solo; está labrado en una piedra y sólo lo podrá leer si el espíritu que lo guarda considera que usted es merecedor de conocerlo.

-¿Y cómo sabré si soy digno o no? -preguntó el explorador.

-El espíritu guardián le formulará una sola pregunta, y de su respuesta depende la revelación.

El explorador siguió al monje al interior del monasterio, era un lugar místico; se escuchaban unos coros a lo lejos; estaba iluminado con lámparas de aceite, olía a incienso *
*y se respiraba una profunda paz.

El monje lo condujo a una capilla, que tenía por altar una gran roca, con una enorme cantidad de cirios encendidos a su alrededor.

El explorador , admirado y con cierto temor, se acercó y en voz alta hizo su petición:

-Deseo fervientemente conocer el secreto de Dios, saber cómo lograr ser plenamente feliz.

El espíritu respondió:
-¿Para qué deseas saberlo y qué harás con él?
-Deseo ser feliz -contestó e inmediatamente agregó-, y si me es revelado, me comprometo a darlo a conocer al mayor número de personas que me sea posible.

Para asombro del propio monje y del explorador, se escuchó la voz del espíritu:

-Dejaría de ser un secreto si lo revelaras a otra persona. Si te comprometes a no divulgarlo, se te dará la oportunidad, ¿qué contestas?

-Prefiero no conocerlo, pues no creo justo que, sabiendo la verdad, me quede solamente yo con ella. La mayoría de los seres humanos buscan la felicidad, pero no saben cómo
alcanzarla. Lamento no poder comprometerme con lo que me pides.

Se oyó aún más poderosa la voz del espíritu:

-Has hablado, no con la inteligencia, sino con el corazón. *
*Has manifestado el don más grande de la creación. Cumpliré la voluntad de Dios, revelar el secreto de la felicidad solamente a quienes buscan el amor.

En ese momento se escuchó un estruendo ensordecedor y la piedra quedó intensamente iluminada, dejando ver con claridad el mensaje:

"..La felicidad es una decisión, que llevas en el corazón. Si te mantienes por encima de las circunstancias; dale sentido a tu vida, al sufrimiento, a la enfermedad y a la muerte; si logras la trascendencia de tu ser y vivir solamente el presente, la felicidad será tuya y permanecerá en ti para siempre...."

Aliosha


La felicidad es la asignatura pendiente de toda la Humanidad. No concibo una Humanidad creada para sufrir, para ser infeliz, para destruirse en su brevedad vital respecto al Proposito, a la Consigna, al halito vital que mueve a todo ser en busca de su Piedra Filosofal, de su Santo Grial, del sentido de su vida: la busqueda de la Felicidad.

Ya lo dijo Agatha Christie: "Aprendi que no se puede dar marcha atras. Que la esencia de la vida es ir para adelante. En realidad, la vida es una calle de sentido unico".

Un unico sentido hacia la felicidad plena. El resto es puro llenado de paginas con dechados de virtudes y deseos. La vida es el camino hacia la felicidad, lo que le da sentido a la vida misma, y por ende, a la misma razon de caminar.

(...perdon si molesto...)

Los tres deseos y la incondicionalidad del amor

Este es un cuento viejo. Lo he escuchado mucha veces y de distintas maneras. Pertenece a aquellos que han rodao mucho y que vienen muy golpeados. Diría que no sólo lo he sentido contar en forma de cuento, sino que a veces en mi vida de cura lo he tenido que escuchar como historia. Claro que son muchas variantes, según los casos.
Dice asi...

Erase una noche de invierno. Y en ella una pareja habitaba un rancho frío, por el que se colaba el viento pampero haciendo parpadear el candil de sebo que lo alumbraba. Don Ciriaco y la Nemesia, su mujer, aparentemente ya no tenían nada que decirse. Hacía añares que vivían juntos, y los hijos emplumados habían dejado el rancho buscando otros horizontes donde anidar. La ancianidad se les iba acercando despacio como para que tuvieran todo el tiempo de sentirle los pasos cansados.



Se encontraban uno frente al otro, simplemente porque el braserito improvisado con una lata, estaba entre ellos. Sus miradas clavadas en los carbones incandescentes que de vez en cuando chisporroteaban, buscaban mirar realidades muy lejanas. El diálogo ya parecía inútil. Se había desdoblado en dos monólogos interiores en el que cada uno soliloquiaba con sus propios recuerdos.



-¡Velay con mi triste suerte! - se decía Ciricaco -. Haber renunciado a tantas cosas por atarme a la Nemesia. Yo era tropero libre. Sólo los caminos eran mi querencia. Anidaba al sereno, y entre el montado y el carguero repartía mi cuerpo y mis cosas en mi libre andar de pago en pago. Pero un día me embretaron los ojos de la Nemesia, y me dejé pialar de parado nomás. Me aquerenció en este trozo de tierra, y aquí levanté este ranchito lleno de sueños, que ahora de apoco va despajando el pampero, yo que podría haber llegado a tener tropilla de un pelo con madrina y cencerro. Yo, que habría podido conocer mundo, aquí estoy, estaqueado entre dos horcones por haber creído que la Nemesia me iba a hacer feliz. Quizá la pobre no pudo dar más. Pero lo mismo. Aquí estoy y es esta mi triste suerte.



También la Nemesia tenía sus recuerdos para rumiar. Ella había sido la flor del pago. Cuántas veces los troperos al pasar habían detenido adrede sus fletes delante del rancho, con cualquier excusa, por el simple deseo de recibir de sus manos el mate cordial y prometedor. Si recordaba patente aquella tarde en que él, mozo guapo, con montado y carguero de tiro, había pedido humildemente permiso para desensillar en cualquier parte, mientras con la mirada decía bien a las claras, cual era el patio donde quería hacer pie. Tantas cosas había ella soñado aquella noche. Sus ilusiones le habían prometido un futuro feliz, con horizontes infinitamente más amplios que los de aquel rancho que terminaba con la mirada entre los cardos y el pajonal. Lo vio libre, y se imaginó que sería el creador de la libertad. Lo vio fuerte, y lo soñó el distribuidor de la firmeza y la seguridad. No estaba segura de haberse equivocado. Pero sentía pena que no le había podido llenar sus sueños.



Y así estaban los dos, en sus soliloquios, deseando imposibles y desperdiciando oportunidades. Pidiendo a Dios en el secreto de sus corazones todo aquello que creían podría llenar sus anhelos y curar sus frustraciones.



Y Dios los estaba escuchando. Como escucha todo lo que pasa por dentro del corazón de cada uno de nosotros, aunque no nos animemos a sacarlo hecho súplica y palabra. Y Tata Dios en su bondad quiso hacerles dar un paso hacia delante. Eligió a uno de sus mejores chasquis. Mandó al ángel Gabriel que fuera de un volido a llevarles su propuesta.



¡Impresionante el refucilo! A pesar de lo serenito de aquella noche de pampero frío en que las estrellas brillaban como nunca, el rancho fue sacudido por el trueno, y un relámpago lo llenó de luz. La Nemesia se santiguó, como en un conjuro, mientras que Ciriaco levantó instintivamente el brazo izquierdo a la altura de la cara, como si en él tuviera enrollado el poncho.



-¡Nómbrese a Dios! ¡La paz con ustedes! ¡No tengan miedo! — dijo Gabriel con tono tranquilo, como para infundirles confianza.



No podían creer lo que sus ojos veían a pesar del encandilamiento. En su mismo rancho, una ángel del cielo había aparecido, y les hablaba. Si parecía un sueño. Pero no. Ahí estaba, todo resplandeciente, hecho un temblor de luz, trayéndoles un mensaje del mismo Tata Dios para ellos dos.



-¡Nómbrese a Dios! ¡La paz esté con ustedes! — volvió a repetir el arcángel San Gabriel -. Vengo de parte de Tata Dios para anunciarles que El ha escuchado lo que ustedes piensan ,desean y andan diciéndose en su corazón. Y ahora les manda el siguiente recado: tres deseos se les van a cumplir. Los primeros que ustedes pidan. Usted, doña Nemesia, tiene derecho a pedir individualmente un deseo. El primero que pida en voz alta se le va a cumplir en el acto. Lo mismo para usted, don Ciriaco. Lo primero que se le ocurra en voz alta será cumplido en el acto. Piénselo bien cada uno. Porque más luego, tendrán todavía la oportunidad de un tercer deseo. Pero para que éste se realice tendrán que ponerse de acuerdo los dos y pedirlo en forma conjunta. Ya saben: piénsenlo bien, y que Dios esté con ustedes.



Dichas estas palabras el ángel desapareció como había venido, en medio de un refucilo de luces y temblor de plumas.



Imagínense cómo habrán quedado los dos esposos con semejante sorpresa. No podían hacerse a la idea. Pero al final tomaron conciencia de que la cosa era cierta. La primera en reaccionar fue la Nemesia. Como fuera de sí por la emoción, se levantó de un salto y tomando el banquito donde estaba sentada lo dio vueltas dando la espalda a su esposo, mientras le decía:



- ¡Por favor Ciriaco, no me digas nada, no me hables! Dejame pensar a solas lo que tendré que pedir. — Y luego exclamó para sí: ¡Ay, mi diosito lindo! ¡Quien lo hubiera imaginado! Podré al fin cumplir mis sueños. Esos que el Ciriaco nunca pudo darme -.



Y extasiada consigo misma comenzó a pasar a toda velocidad la película de sus sueños, sus deseo y sus ambiciones personales. Pensó en pedir de nuevo la juventud, la belleza, las oportunidades. Luego se imaginó que todo eso era poco. Pediría plata, salud, larga vida. Tampoco así quedaba satisfecha del todo. Debería pedir además amistades, un palacio, vestidos, cantidad de sirvientes, y la oportunidad de hacer fiestas todas las semanas.



Mientras la Nemesia continuaba su soliloquio fantasioso, el Ciriaco hacía más o menos lo mismo. Dando vueltas la cabeza de vaca que le servía de asiento, comenzó a golpearse despacito las botas con la lonja de su rebenque, mientras soltaba la tropilla de ambiciones por los campos de su imaginación. Ya se veía al trotecito del redomón haciendo punta a su tropilla de un pelo, con madrina zaina y cencerro cantor. La estancia que pensaba pedir no tendría límites, y la hacienda que la poblaría no necesitaría ser contada. Hasta donde diera la vista, campo y cielo, todo sería de don Ciriaco.



En estos y otros pensamientos estaban ambos, mientras la noche seguía su curso y el pampero enfriaba cada vez más el interior del rancho. Entumecida por la inmovilidad y la temperatura exterior, la Nemesia volvió a la realidad buscando con los ojos el brasero. Se dio vuelta y volvió a estirar sus manos sobre él para calentarse un poco. Y cayó en la trampa. Al ver aquellas brasas rojas y sobre ellas la parrillita, no va y se le cruza el maldito con una tentación haciéndole imaginar un chorizo chirriando sobre los carbones encendidos. Imaginarlo y desearlo es casi lo mismo. Lo peor fue que lo expresó en voz alta:



-¡Qué hermosas brasas! ¡Cómo me gustaría tener aquí sobre la parrillita un chorizo de dos cuartas de largo asándose!



¡Para qué lo habrá dicho! Aunque ni se le había pasado por la mente que este sería su pedido, de hecho lo fue. Decirlo y suceder fue lo mismo. Porque en ese preciso instante un hermoso chorizo apareció milagrosamente goteando grasa en el centro del brasero, sobre la parrillita.



Nemesia pegó un grito. Pero ya era tarde. Su pedido estaba realizado. Se quedó atónita mirando el fuego y sintiendo el crepitar de las gotitas de grasa al caer sobre las brasas, mientras un humo apetitoso comenzaba a llenar el rancho. Ciriaco, que casi ni había escuchado a su mujer, volvía la realidad con su grito. Fue ver, y darse cuenta de lo sucedido. Y como era hombre de genio arrebatado y de palabra rápida, también él cayó en la trampa que parecía pensada por el mismo Mandinga. Se levantó de un salto y dirigiéndose a su mujer la apostrofó:



-¡Pero mujer! Tenías que ser siempre la misma. Mirá lo que has hecho. Venir a gastar la gran oportunidad de tu vida pidiendo solamente un miserable chorizo. Si sería como para sacarte zumbando ahora mismo del rancho. Tenías que ser vos, siempre la misma arrebatada, incapaz de pensar con la cabeza antes de meter la pata. ¡Cómo me gustaría que este chorizo se te pegara en la nariz y no te lo pudieras sacar!



¡Para qué lo habrá dicho! Porque el hombre no imaginó que al decir aquello estaba expresando en voz alta su primer deseo. De esto solo se percató cuando ante sus ojos asombrados vio cómo el chorizo pegaba un brinco desde el brasero para ir a colgarse de la punta de la nariz de Nemesia. Imagínense el grito de dolor y de rabia de la mujer al sentir que su nariz ardía por la quemadura, lo mismo que sus dedos al querer sacárselo.



La escena que siguió no es para describir, sino para imaginar. Porque ahora le tocó el turno a la Nemesia, que arremetió con todo lo peor de su abundante vocabulario para hacerle sentir al Ciriaco la enormidad de lo que acababa de realizar. Porque no sólo había malgastado también él su oportunidad, sino que lo había hecho provocándole semejante estropicio a ella.



Todo fue inútil para calmarla. El Ciriaco se arrodilló, suplicó, lloró, prometió, quiso hacer que la Nemesia se calmara para reflexionar. Pero nada. Y no era para menos. Gritaba pidiendo que se llamara inmediatamente al ángel para que en forma conjunta le pidieran que se pudiera sacar de su nariz ese maldito chorizo que la estaba martirizando.



Ciriaco sintió que el mundo se le venía abajo. Acababan de desperdiciar ambos su oportunidad personal, y ahora veía con angustia que tendrían que malgastar también la tercera posibilidad de ser felices, simplemente tratando de arreglar el desastre que habían provocado. Pero no le quedaba otra alternativa que ceder. Y con pena cedió.



El ángel fue llamado. Apareció en el pobre rancho llenándolo nuevamente de luz. Escuchó con bondad la súplica compungida del hombre en favor de su mujer, y simplemente dijo:



-¡Hágase como ustedes han deseado!



En aquel mismo instante todo volvió a estar como al principio. Solamente que a la pobre Nemesia le quedó ardiendo la nariz, y por todo el rancho los cuzcos y perros grandes andaban husmeando en busca del chorizo desaparecido.



A veces se me ocurre pensar que el cuento podría haber terminado diferente, si lo hubiera podido inventar yo. Me lo imaginaría al Ciriaco tomándola de las manos a la Nemesia, y mirándola profundamente a los ojos, le diría:



-Al fin tengo la oportunidad de cumplir tus sueños. Quisiera saber cuáles son tus esperanzas y anhelos, porque deseo gastar esta gran oportunidad de mi vida, en tu favor.



Emocionada la Nemesia le respondería más o menos de la misma manera. Gastaría su oportunidad pidiendo que se cumplieran los sueños de Ciriaco.



Y todavía les quedaría la tercera posibilidad en conjunto. Sugiero que la piensen ustedes mismos. Porque este cuento tiene que completarlo cada uno según el momento del cuento en que esté.


Mamerto Menapace
Publicado en Cuentos Rodados
Editorial Patria Grande


El amor incondicional es la palabra clave de este cuento. El amor que rebasa los limites del propio ego y nos transporta al sitio donde no existe limite ni imposicion. El que nos reconoce militantes del servicio a los demas, al que mas se ama en primer lugar y al resto al lado suyo.

Pero si no podemos ser absolutamente ecuanimes en el manejo de nuestras emociones, si privilegiamos el "yo" por sobre el "nosotros", aun con quienes mas amamos, pasaremos la dolorosa prueba (muchas veces necesaria) del desapego doloroso, no solo del ser que amamos en los casos extremos, sino de nuestros deseos mas materiales y terrenales en pos del amado ser. Y perderemos la oportunidad de ser felices. Y deberemos buscar la felicidad por otro lado.

Amar al que nos ama, de manera incondicional. Parece sumamente facil. Pero si somos incapaces de ello, como podremos amar al projimo, a aquel que no conocemos, o peor, como podremos amar al enemigo?

(...perdon si molesto...)

La increible historia del Dr. Martin

Cuando el Dr. Martín era joven alumno de la escuela de medicina, estaba profundamente convencido de la estupidez que suponía llenar el mundo de enfermos incurables y seres inválidos. Defendía ardientemente la eutanasia y acostumbraba a discutir esos temas con sus compañeros de clase.



-Pero si esa es precisamente nuestra misión -le contestaban- estamos aquí para cuidar del cojo, el lisiado y el ciego.



-La misión del médico -replicaba siempre Martín- es sanar a los enfermos, y si no existe remedio, lo mejor es que mueran.



Ya cursaba el último año de estudios cuando, cumpliendo sus deberes fuera del hospital, asistió en un barrio pobre de la ciudad al alumbramiento de una inmigrante alemana. Era el décimo chiquillo que la mujer traía al mundo y había nacido con una pierna bastante más corta que la otra. La fuerza de la costumbre hizo al médico soplar en la boca de la criaturita para iniciar la respiración, pero un momento después pensó: "¡Qué demonios! Está condenado a caminar toda la vida con su desdichada pierna. Los otros chicos le llamarán Pata-corta. ¿Para qué hacerle vivir? El mundo no lo necesita para nada".



Sin embargo, su instinto de médico era muy fuerte y no le permitió abandonar aquel par de pulmoncitos cuyo funcionamiento había que iniciar. Volvió a la tarea. Por fin llegó el soplo de aliento que esperaba, se coloreó la cara del nene y un débil vagido salió de sus labios.



El médico recoge su estuche y se marcha. Mientras atraviesa la ciudad se va haciendo reproches. "¡No sé por qué lo he hecho!... ¡Ya hay demasiados chiquillos en esa miserable casa! ¿Por qué he salvado a esta criatura imposibilitada? El mundo estaría mejor sin la carga de los inválidos".



Pasaron los años. El doctor se estableció en una pequeña población fabril donde se creó gran clientela. Su radicalismo juvenil, se había desvanecido y él mismo no era ya más que otro médico laborioso y siempre fatigado que trabajaba como un burro para que la gente siguiese viviendo, aun cuando fuese mejor que se muriera. El viejo Hipócrates había ganado la partida.



No se libró el doctor de su carga de penas. Su único hijo y su nuera murieron en un accidente de automóvil, dejando una niñita de cuya crianza tuvo que encargarse. Aquella nievecita era su adoración. El verano que cumplió los diez años, Ana despertó una mañana quejándose de rigidez del cuello y extraños dolores en brazos y piernas.



Al principio pensaron que era parálisis infantil, pero resultó ser una infección virulenta tan poco frecuente que sólo ha merecido breves referencias en los tratados médicos. En toda su larga práctica profesional, el propio Dr. Martín no había encontrado un solo caso de aquel mal. Consultó a especialistas neurólogos que movieron la cabeza con desaliento y dijeron que no se conocía remedio para la enfermedad, cuyos progresos eran lentos, pero acababa siempre en parálisis de mayor o menor grado.



-Sin embargo, hay un médico joven en el Oeste -dijo al doctor uno de los especialistas- que ha escrito recientemente un artículo sobre los éxitos obtenidos por él en algunos casos de esta enfermedad. Se llama T. J. Méndez. Si yo me encontrase en la situación de usted, iría a verlo.



El doctor voló con Ana a la pequeña clínica particular donde el Dr. Méndez había puesto en práctica el nuevo y revolucionario tratamiento terapéutico para los varios tipos de enfermedades que causan lesión. El Dr. Martín observó que su colega cojeaba pronunciadamente.



-Esta pierna corta me coloca entre el grupo de los lisiados -dijo el Dr. Méndez al observar la mirada de su visitante-. Los chicos me llaman Pata-corta. Yo se lo permito y a ellos les encanta. La verdad es que me gusta más que mi verdadero nombre, Tadeo, que siempre me ha parecido un poco ceremonioso. Como a muchos chiquillos, me pusieron el nombre del joven estudiante de medicina que me trajo al mundo.



El Dr. Tadeo Martín tragó saliva, recordando que en aquella ocasión se había dicho a sí mismo: "El mundo no lo necesita para nada".



Alargó la mano al médico cuya ciencia haría posible que Ana volviese a caminar, y dijo:



-Es mejor ser lisiado que ciego.


Autor Desconocido
Extraido de San Miguel. org ar


El peor de los defectos es la CEGUERA DEL ALMA. Cuando los ojos del alma se niegan a ver, se nos cierran las puertas, se nos cuelgan carteles de "no funciona" en las entradas a la felicidad y la autorredencion, esa virtud tan personal del mundo como el propio libre albedrio, sale de paseo de nuestra vida para no volver a encontrar el camino de retorno.

Las cosas suceden por un proposito. El Proposito es lo mas importante de todo. Y ese Proposito mueve al mundo, sea cual fuere. En esencia es el Amor. No se puede negar al Amor la entrada al mundo, sea de quien fuere. El Amor mueve al mundo, lo llena de color y perdon, abre las puertas cerradas por el egoismo y los prejuicios.

El Proposito visible a los ojos del alma es como la fuente de la eterna juventud, el vellocino de oro, el camino a El Dorado, la piedra filosofal, el Santo Grial, la quintaesencia del permanecer en la tierra.

Es interesante cerrar los ojos del cuerpo para abrir los ojos del alma de vez en cuando. Al cerrar los ojos todo se vuelve igual y me olvido de mi propia existencia para fusionarme en una obscuridad irreal pero igualatoria con el entorno. Y toda diferencia desaparece.

Lo importante siempre es ver con los ojos del alma...

(...perdon si molesto...)

Lo mas importante que he hecho en mi vida...

En cierta ocasión, durante una charla que di ante un grupo de profesionales, me hicieron esta pregunta:

- “¿Qué es lo más importante que ha hecho en su vida?”.

En mi calidad de ingeniero en Sistemas, sabia que los asistentes deseaban escuchar anécdotas sobre mí trabajo, entonces les respondí:

- Lo más importante que he hecho en la vida, tuvo lugar el 9 de Mayo de 2000…

Comencé el día jugando tenis con un amigo al que no había visto en mucho tiempo. Entre jugada y jugada me contó que su esposa y él acababan de tener un bebé. Mientras jugábamos, llegó el padre de mi amigo, que consternado, le dijo que al bebé se lo habían llevado de urgencia al hospital. En un instante, mí amigo se subió al auto de su padre y se marcho. Yo, por un momento, me quedé donde estaba, sin saber que debía hacer.

¿Seguir a mí amigo al hospital? Mí presencia allí, me dije, no iba a servir de nada, pues la criatura estará al cuidado de médicos y enfermeras, y nada de lo que yo hiciera o dijera iba a cambiar las cosas.

¿Brindarle mi apoyo moral? Eso, quizás, pero tanto él como su esposa provenían de familias numerosas, y sin duda estarían rodeados de parientes, que les ofrecerían el apoyo necesario. Lo único que haría yo sería estorbar.

Así que decidí ir mas tarde al hospital a visitar a mi amigo.

Al poner en marcha mi auto, me percaté que mi amigo había dejado su camioneta con las llaves puestas, estacionada junto a las canchas. Decidí pues, cerrar el auto e ir al hospital a entregarle las llaves. Como supuse, la sala de espera estaba llena de familiares. No tardo en presentarse un médico, que se acercó a la pareja y, en voz baja les comunicó que su bebe había fallecido.

Los padres se abrazaron y lloraron, mientras todos los demás los rodeamos en medio del silencio y el dolor. Al verme mi amigo, se refugió en mis brazos y me dijo:

- "Gracias por estar aquí."

Durante el resto de la mañana permanecí sentado en la sala de urgencias del hospital viendo a mi amigo y a su esposa sostener en brazos a su bebe y despedirse de él.

Esto, es lo más importante que he hecho en mí vida, y aquella experiencia me dejo tres enseñanzas:

Primera: lo más importante que he hecho en la vida, ocurrió cuando no había absolutamente nada que yo pudiera hacer.
Nada de lo racional que aprendí en la universidad, ni en el ejercicio de mi profesión, me sirvió en tales circunstancias. A dos personas les sobrevino una desgracia y lo único que pude hacer fue acompañarlos y esperar; pero estar allí, era lo principal…

Segunda: aprendí que al aprender a pensar, casi me olvido de sentir.

Tercera: aprendí que la vida puede cambiar en un instante. Así pues, hacemos planes y concebimos nuestro futuro como algo real, y olvidamos que perder el empleo, sufrir una enfermedad grave o un accidente y muchas otras cosas más, pueden alterar ese futuro en un abrir y cerrar de ojos.

Desde aquel día, busqué un equilibrio entre el trabajo y la vida; aprendí que ningún empleo compensa perderse unas vacaciones, romper con la pareja o pasar un día festivo lejos de la familia. Y aprendí que lo más importante en la vida, no es ganar dinero, ni ascender en la escala social, ni recibir honores…

Lo más importante en la vida, es el tiempo que dedicamos a cultivar una amistad.


POR ESO A DIOS LE AGRADEZCO:

* Por mis hijos que NO limpian sus cuartos, pero están viendo la tele, porque significa que están en casa y no en las calles.

* Por los rebajos en mi sueldo, porque significa que estoy trabajando.

* Por el desorden que tengo que limpiar después de una fiesta, porque significa que estuvimos rodeados de seres queridos.

* Por las ropas que me quedan un poco ajustadas, porque significa que tengo más que suficiente para comer.

* Por mi sombra que me ve trabajar, porque significa que puedo salir al sol.

* Por el césped que tengo que cortar, ventanas que necesito limpiar, cañerías que arreglar, porque significa que tengo una casa.

* Por las quejas que escucho acerca del gobierno, porque significa que tenemos libertad de expresión.

* Porque no encuentro estacionamiento, esto significa que tengo auto.

* Por los gritos de los chicos, porque significa que puedo oír.

* Por la ropa que tengo que lavar y planchar, porque significa que me puedo vestir.

* Por el cansancio al final del día, porque significa que fui capaz de trabajar duro.

* Por el despertador que suena temprano todas las mañanas, porque significa que ¡¡Estoy vivo!!.

* y finalmente, por la cantidad de mensajes que recibo, porque significa que tengo amigas y amigos que piensan en mí…

Autor Anonimo
Gracias mi querido Marco


La Gratitud es enorme. La Gratitud es la enorme llave que abre las puertas del paraiso de la felicidad. Porque quien es grato y reconoce lo que tiene, sin renunciar a aspirar a mas sino convencido de que lo que tiene es la base de su felicidad y lo que aspira es su motor en la tierra, y que santifica con su gratitud cada segundo de su vida, es realmente un Maestro.

Cuesta agradecer la aparente desgracia. Pero en la aparente desgracia se halla la gracia de ejercer la tolerancia, el perdon y la fe. En la carencia esta el conocimiento implicito de lo que se posee. Y en el desamparo esta la virtud de reconocer que existen hombros que buscar, corazones que golpear o puertas que abrir.

Gracias por leerme. Gracias si dejas un comentario. Gracias si no lo haces. Gracias si compartis con otros este relato. Gracias si te sirvio para algo. Gracias porque estas ahi aunque no te conozca. Gracias por todo...

(...perdon si molesto...)