miércoles, enero 30, 2008

El valor de lo que se calla

El 14 de octubre de 1998, en un vuelo trasatlántico de la línea aérea British Airways tuvo lugar el siguiente suceso:

A una dama la sentaron en el avión al lado de un hombre de raza negra. La mujer pidió a la azafata que la cambiara de sitio, porque no podía sentarse al lado de una persona tan desagradable.

La aeromoza argumentó que el vuelo estaba muy lleno, pero que iría a revisar a primera clase a ver si por si acaso podría encontrar algún lugar libre.

Todos los demás pasajeros observaron la escena con disgusto, no solo por el hecho en si, sino por la posibilidad de que hubiera un sitio para la mujer en primera clase.

La señora se sentía feliz y hasta triunfadora porque la iban a quitar de ese sitio y ya no estaría cerca de aquella persona.

Minutos mas tarde regreso la azafata y le informo a la señora:

-Discúlpeme señora, pero efectivamente todo el vuelo esta lleno... pero afortunadamente encontré un lugar vacío en primera clase.

Sin embargo, para poder hacer este tipo de cambios le tuve que pedir autorización al capitán.

El me indico que no se podía obligar a nadie a viajar al lado de una persona tan desagradable.

La “señora" con cara de triunfo, intentó salir de su asiento, pero la empleada en ese momento se voltea y le dice al hombre de raza negra:

“¿Señor, seria usted tan amable de acompañarme a su nuevo asiento?"

Todos los pasajeros del avión se levantaron y ovacionaron la acción de la aeromoza.

Ese año, esta empleada y el capitán fueron premiados y gracias a esa actitud, la empresa British Airways se dio cuenta que no le había dado demasiada importancia a la capacitación de su personal en el área de atención al cliente, la empresa hizo cambios de inmediato; desde ese momento en todas las oficinas de British Airways se lee el siguiente mensaje:

"Las personas pueden olvidar lo que les dijiste, las personas pueden olvidar lo que les hiciste, pero nunca olvidaran como los hiciste sentir."

Extraido de En Plenitud.com


Una palabra dicha es como una bala que ha salido de un arma... ya nunca vuelve de donde salio y causa daño a quien alcanza.

Muchas veces, el dominio de nuestras pasiones pasa por cerrar nuestra garganta al incontenible deseo de expulsar el aire con frenesi, haciendo vibrar las cuerdas vocales sin necesidad de haber pensado antes lo que se iba a proferir. Si pusieramos un filtro entre la zona de produccion del sonido, y la emision de este, cumpliriamos la premisa aquella que dice que si no podemos mejorar el silencio, entonces mejor nos quedamos callados.

Por algo Dios nos dio dos oidos y una boca, para escuchar dos veces y hablar solo una, ya que el hombre es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice. A una palabra, compuesta de aire en vibracion, no se la lleva el viento sino que permanece en el recuerdo de quien la recibio, asociandola mentalmente en este a quien la produjo. La pluma tiene mas poder que la espada, y por simples palabras pueden morir miles de hombres mientras que por silencios pueden salvarse millones...

Al fin y al cabo, nuestras palabras siempre deben ser dulces... por si algun dia tenemos que tragarnoslas...

(...perdon si molesto...)

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