miércoles, enero 30, 2008

Lo que enseña un cuento sin "U"

Caminaba distraídamente por el camino y de pronto lo vio. Allí estaba el imponente espejo de mano, al costado del sendero, como esperándolo. Se acercó, lo alzó, y se miró en él.

Se vio bien.

No se vio tan joven, pero los años habían sido bastante bondadosos con él. Sin embargo, había algo desagradable en la imagen de si mismo. Cierta rigidez en los gestos lo conectaba con los aspectos más agrios de la propia historia:

La bronca. El desprecio. La agresión. El abandono. La soledad.

Sintió la tentación de llevárselo, pero rápidamente desechó esa idea. Ya había bastantes cosas desagradables en el planeta para cargar con otra más. Decidió irse y olvidar para siempre ese camino y ese espejo insolente. Camino por horas tratando de vencer la tentación de volver atrás hacia el espejo. Ese misterioso objeto lo atraía como los imanes atraen a los metales.


Resistió y aceleró el paso.


Tarareaba canciones infantiles para no pensar en esa imagen horrible de sí mismo.


Corriendo llegó a la casa donde había vivido desde siempre, se metió vestido en la cama y se tapó la cabeza con las sábanas. Ya no veía el exterior, ni el sendero, ni el espejo, ni la imagen de él mismo reflejada en él; pero no podía evitar la memoria de esa imagen:


La del resentimiento.
La del dolor.
La de la soledad.
La del desamor.
La del miedo.
La del menosprecio.

Había ciertas cosas indecibles e impensables…


…Pero él sabía donde había empezado todo esto…

Empezó esa tarde, hacía treinta y tantos años… el niño estaba tendido, llorando frente al lago el dolor del maltrato de los otros. Esa tarde el niño decidió borrar para siempre, la letra del alfabeto. Esa letra.

La letra necesaria para nombrar al otro si está presente. La letra imprescindible para hablarles a los demás, al dirigirles la palabra... Sin manera de nombrarlos, dejarían de ser deseados…y entonces no habría motivos para sentirlos necesarios…y sin motivo ni forma de invocarlos, se sentía, por fin, libre…

EPILOGO:

Escribiendo sin “U” puedo hablar hasta el cansancio de mí, de lo mío, del yo, de si lo tengo, de si me falta, de lo si me parece…


Hasta puedo escribir de él, de ellos y de los otros.


Pero sin U no puedo hablar de Ustedes, del tu, de lo vuestro. No puedo hablar de lo suyo, de lo tuyo, ni siquiera de lo nuestro.


Así me pasa…. A veces pierdo la U…y dejo de poder hablarte, pensarte, amarte, decirte.
Sin U, yo me quedo pero tú desapareces…

Y sin poder nombrarte Cómo podría disfrutarte?

Si tú no existes, me condeno a ver lo peor de mí mismo reflejándose eternamente, en el mismo mismísimo estúpido espejo.


Extraido de Agora Marianista


A veces menospreciamos lo infimo, minimo, lo despreciable. Dejamos de lado lo que creemos inutil y sin sentido y no le damos el valor que debe tener. No pensamos en ese tornillo como el eje alrededor del cual gira el complejo mecanismo del dia a dia.

Pero es asi y al momento de caer lo insostenible, nos castiga el futuro. O el presente. O peor, el pasado.

"Una gota de agua puede ser solo eso, pero sin ella, el mar estaria incompleto" decia Teresa de Calcuta. Y cuando esa gota refleja el otro, el ser maximo que somos, el ser maximo que podemos ser, entonces solo podemos esperar lo inesperado, la soledad del desamor, el desengaño y la tristeza.

Sin "U" no hay "Tu" ni "Salud", ni "Jesus", ni "Rojhayju"...

No queda nada. Sin una letra apenas... y pensar que a veces renegamos y olvidamos el alfabeto entero...

(...perdon si molesto...)

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